Rusia prohíbe hablar de no tener hijos en un intento por frenar la caída de la natalidad.

En medio de una crisis demográfica, el gobierno de Putin aprueba una ley que prohíbe la «propaganda child-free» en busca de aumentar la población.

Rusia enfrenta una grave crisis demográfica, con una población envejecida y una tasa de natalidad en declive, agravada por el conflicto en Ucrania. En un esfuerzo por revertir esta situación, el gobierno de Vladimir Putin ha decidido tomar una medida extrema: prohibir cualquier discurso que promueva la decisión de no tener hijos. Esta medida es parte de un plan más amplio que busca fomentar la natalidad y fortalecer los valores tradicionales en el país.

Contexto de la nueva ley

La Duma Estatal de Rusia ha aprobado por unanimidad una ley que veta la llamada «propaganda child-free», es decir, la promoción de la vida sin hijos. Esta normativa surge tras conocerse los datos más bajos de natalidad en 25 años, algo que el Kremlin ha calificado como «catastrófico» para el futuro de la nación. La situación se ve exacerbada por el conflicto en Ucrania, que ha aumentado significativamente las tasas de mortalidad.

El presidente Putin ha promovido, en reiteradas ocasiones, la idea de que las mujeres rusas deben tener al menos tres hijos para garantizar la continuidad del pueblo ruso. A pesar de los incentivos financieros y otras políticas de estímulo, el gobierno ha optado por restringir mensajes que, según sus defensores, desalientan la maternidad.

Restricciones de la ley

La nueva legislación prohíbe cualquier forma de comunicación que presente la vida sin hijos como una opción atractiva, abarcando medios de comunicación, internet, películas y publicidad. Las multas por violar esta ley pueden llegar a los 4.000 dólares para individuos y hasta 50.000 dólares para organizaciones. Esta normativa se suma a otras prohibiciones en Rusia, como la promoción de «estilos de vida no tradicionales» o cualquier crítica al conflicto en Ucrania.

Preocupaciones demográficas y sociales

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha señalado que el desafío demográfico es una prioridad para Rusia, y que se deben tomar todas las medidas posibles para aumentar la tasa de natalidad. Desde 2016, las muertes superan a los nacimientos, y aunque la migración ha ayudado a mantener la población estable, esta ha disminuido debido a la reducción de los salarios y a las políticas más estrictas hacia los trabajadores migrantes.

En el primer semestre de 2024, se registraron 599.600 nacimientos en Rusia, 16.000 menos que el mismo periodo del año anterior, marcando el nivel más bajo desde 1999. Además, las muertes aumentaron en 49.000 durante el mismo periodo, lo que agrava aún más la crisis demográfica. Según la CIA, Rusia está entre los 40 países con menor tasa de natalidad en 2023.

Opiniones divididas

A pesar de la aprobación de esta ley, muchas mujeres rusas expresan que la verdadera barrera para tener hijos no es la «propaganda child-free», sino la falta de recursos y la inseguridad económica. Alina Rzhanova, una mujer de Yaroslavl, declaró que «la gente quiere tener hijos, pero no hay dinero». En Moscú, Yana, quien decidió no tener hijos, señaló que garantizar condiciones de vida asequibles sería más efectivo que imponer sanciones o censuras.

Algunos expertos, como el demógrafo Alexey Raksha, consideran que esta medida no tendrá un impacto real en la tasa de natalidad, y más bien responde a intereses políticos. Encuestas recientes revelan que solo un pequeño porcentaje de la población rusa expresa no querer tener hijos.

Implicaciones políticas

Para algunos analistas, esta ley también refleja una alineación ideológica de Rusia en contraposición a Occidente, con un enfoque en reforzar los valores familiares tradicionales como pilar de la identidad rusa. Según Vyacheslav Volodin, jefe de la Duma, «la política occidental hacia los niños ha sido desastrosa» y es necesario criar a las nuevas generaciones en valores familiares sólidos.

Sin embargo, muchos cuestionan la efectividad de esta prohibición para resolver la crisis demográfica de Rusia. En lugar de censurar decisiones personales, varios sectores sugieren que mejorar las condiciones de vida y ofrecer estabilidad económica podrían ser soluciones más adecuadas para fomentar la natalidad.

En conclusión, aunque la nueva ley busca reafirmar los valores tradicionales como parte de la identidad rusa, su impacto en la tasa de nacimientos sigue siendo incierto. La respuesta al problema demográfico podría estar más relacionada con la mejora de la calidad de vida que con la imposición de sanciones a quienes eligen un estilo de vida sin hijos.

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